martes, 14 de abril de 2009

DEFENDER A LOS NASO
ES PREVENIR MÁS DESASTRES POR INUNDACIONES




He leído con enojo cómo a la etnia de los Naso se le deja sin las tierras donde han vivido en armonía con la naturaleza desde tiempos precolombinos solamente para dárselas a unos ganaderos que apenaz llegaron hace 60 años. El tema me recuerda al desalojo por la fuerza de los palestinos de unas tierras en las que por siglos vivieron en paz con los judíos, pero que ahora se les arrebata con métodos fascistas. Soy panameño, vivo en Alemania y lo que leo me recuerda a Hitler y sus granujas que desalojaban del mapa a un pueblo entero. Como Ecólogo dedico estas líneas a explicar por qué imponer el ganado “a lo vaquero” en Bocas del Toro y “La Comarca” es la peor decisión que puede tomarse desde el punto de vista de la conservación ambiental y la seguridad alimentaria, especialmente en estos tiempos en que el clima del mundo cambia para peor.

Ganadería en Bocas del Toro y la Comarca: peligro de más deslizamientos de tierra.
En los últimos meses vimos cómo las lluvias arrastraron grandes lodazales de las montañas hacia las tierras bajas en Bocas del Toro, Chiriquí y los Territorios comarcales. Mírese el mapa de la región, se verá que la topografía es muy quebrada, montañosa. Si no se dejan los árboles allí, los aguaceros torrenciales deslavan el terreno como ya está sucediendo. Deforestar amplios terrenos es desprotegerlos contra la lluvia. Las gotas de agua no son amortigüadas por la vegetación, las ramas y troncos de los árboles y las hojas secas. Las raíces de los árboles, ahora ausentes, ya no amarran al suelo evitando la erosión con ayuda de millones de hongos que viven entre ellas formando una red « pegajosa » que evita que el suelo se pierda. Los ganaderos dejan un peladero en las tierras altas, las lluvias deslavan el suelo, los habitantes de las tierras bajas reciben lodazales que afectan sus vidas y sus cultivos y nadie castiga a los responsables.
Decenas de expertos en recuperación de selvas indican que, en zonas como Bocas de Toro y aledañas, la selva recupera muchas de sus funciones –como la fertilidad del suelo, en escazos 15-20 años siempre y cuando se deje que la tierra « descanse » como lo hacen los indígenas. El ganado, en cambio, pisotea y vuelve a pisotear el suelo, evitando con ello que rebroten los árboles. A falta de la capa protectora arbórea, el suelo se sigue erosionando, trayendo lodazales hacia los ríos, cambiando su color a chocolate.

Alerta hoteleros, que perderán sus atractivos turísticos.
Si al Gobierno no le importa con los Naso y los Ngobere porque no tienen dinero, por lo menos debería pensar en los hoteleros. El agua llena de lodo baja por los ríos, llega al mar y allí mata a los arrecifes de coral que tanto gustan al turista. Equivocadamente, los “sabios” refrigerados de la Ciudad de Panamá están imponiendo hoteles sin el ordenamiento territorial que el propio Alcalde de Bocas del Toro (Eligio Brings) ha tratado de organizar. A esto se le suma la erosión, el peligro contra los arrecifes de coral. Los hoteleros deberían organizarse, poner una demanda contra la familia Guardia y ayudar a los Naso a vivir en paz en sus tierras, pues gracias a los indígenas y a su uso sostenible de los recursos forestales es que hay arrecifes y negocio turístico. Lo mismo vale para la Minera Petaquilla, la cual además envenena impunemente el agua.

¿Por qué lo más sabio es usar los recursos a la manera indígena?
A diferencia del Señor Guardia y sus hijos, los Naso y los Ngöbere llegaron a esas tierras hace alrededor de SIETE MIL AÑOS. Si no me lo creen, lean los trabajos de Olga Linares, Richard Cooke y sus colaboradores, que son arquélogos famosos en Panamá y muy respetados en todo el mundo. Estos pueblos entendieron la geografía del lugar, ahora analizada por los científicos y aprendida en nuestras escuelas primarias.
Desde el caribe soplan los vientos alisios arrastrando vapor de agua desde el mar. Las altas montañas evitan que esos vientos pasen al otro lado del istmo, en las alturas se condensa el agua formando nubes, las cuales luego caen en forma de aguaceros muy torrenciales. Desconozco las influencias que tengan los Guardia en el gobierno, pero no hay poder humano que pueda cambiar esa realidad: segruirá lloviendo con o sin ganado, máxime ahora con el cambio global. El planeta se calienta, se evapora más agua del mar, y más rápido, el calor hace que el viento sople más fuerte, el resultado son más aguaceros. Metan a los Guardia y su ganado y verán como esos aguaceros, potenciados por el cambio global, seguirán enlodando los ríos. Dejen a los Naso y sus árboles y cultivos de subsistencia y verán cómo el agua se mantiene limpia a pesar de los aguaceros.
Durante siete mil años viviendo en el lugar, los indígenas comprendieron cómo es mejor trabajar esas tierras. Donde llueve mucho, nada es mejor que el árbol, el arbusto y las plantas perennes en general. Lo siembras tomando semillas del monte, tus hijos comen de él cuando tú mueres, cuando una especie no produce la otra sí lo hace, evita que el suelo se erosione, te da sombra, mantiene el agua limpia, recicla los nutrientes del suelo manteniendo su fertilidad. Por eso los indígenas tienen aguacate, cacao, cítricos, Fruta de pan, plátano, banano, yuca, ñame, otoe, aguacate, cacao, arroz –pues llueve mucho, un poquito de maíz y muchas otras especies.
Estas plantas también atraen a animales que puedes cazar para comértelos. Según la arqueóloga Olga Linares, los indígenas de lo que hoy llamamos Bocas del Toro y Comarca Ngöbe-Buglé no perdieron su tiempo inventando la ganadería: cuando los animales del monte se metían en sus sembradíos, los cazaban y se los comían. La práctica aún existe y ningúno de esos animales se ha extinguido. En cambio, la destrucción de la selva por los ganaderos sí que hará desaparecer a muchos animales silvestres a los que dejará sin hogar.
La familia Guardia, como muchas familias acaudaladas de Panamá, tal vez venga de España. En comparación con Bocas del Toro, en España caen unas cuantas gotitas de lluvia. Allá las tierras son secas, duras, semidesérticas, con pocos árboles y más pasto. Allá la ganadería parece una buena idea ; en Bocas del Toro y zonas aledañas es una estupidez. Parece que los Guardia deberían irse de Panamá y retornar a la España de donde vinieron. Vaticino que en la Real Península los van a discriminar del mismo modo que ellos discriminan a los indígenas. Mientras tanto, les toca confesar su ignorancia: Señores Guardia, ustedes son recién llegados, no saben cómo trabajar las tierras que ocupan los indígenas. Váyanse : déjen que el que sabe –El Naso, sea el que trabaje esas tierras que nunca serán aptas para la ganadería, mucho menos con el cambio global.


Las crisis en Bocas del Toro: consecuencia de las carreteras sin reforma agraria.
Y hablando de ganado, el “súper sabio” que dió inicio a los actuales problemas de Bocas del Toro, durante su período presidencial, fue el Dr. Ernesto Pérez-Balladares, a quien aparentemente le gusta que le llamen “El Toro”, cuyos vicepresidentes son reconocidos ganaderos. El Sr. Pérez-Balladares hizo campaña electoral ostentando el doctorado que obtuvo en la muy respetuosa Universidad de Harvard. Hay excelentes profesores allí, pero parece que el Dr. Balladares no asistió a la clase en que se dijo que la planificación es el antídoto de los problemas. El Dr. Pérez-Balladares impulsó y completó la construcción de carreteras en Bocas del Toro sin repartirle tierras a los campesinos pobres de Chiriquí, Azuero, Veraguas y otras provincias. Lógicamente, estos campesinos fueron colonizando Bocas del Toro; no culpo a los campesinos pobres, todos aspiramos a una vida descente y honrada, ganándonos la libertad con el machete y sin terratenientes que nos hostiguen. Pero lo malo es que, al no tener tierras en sus provincias de orígen, entraron demasiados campesinos y tumbaron el monte. El resultado son las inundaciones y pérdidas de tierra que hemos visto a fines de 2008 e inicios de 2009. Y lo peor es que ahora, con los Guardia allí, las cosas van a empeorar.


¿Cómo frenar la destrucción del pueblo Naso y de nuestros recursos naturales?
Como Ecólogo solamente puedo explicar técnicamente en qué consiste la erosión, por qué la ganadería la fomenta, por qué el estilo de vida de los Naso ayuda a conservar a los recursos naturales de todos los panameños, y por qué los árboles y el monte de los Naso nos ayudan a enfrentar las inundaciones y el cambio climático global. Eso, sin embargo, no cambia la triste realidad.

La única política indigenista de nuestros gobernantes de siempre proviene de las películas de vaqueros tipo John Wayne. No hay científico que pueda lograr que esos fascistas cambien de actitud. L Ciencia no es suficiente para cambiar esa situación: la solución es política. Puedo decir muchas cosas, pero si el Pueblo no realiza una intervención política seria y definitiva, no habrá solución. Por eso, pido a quienes publiquen este artículo que me permitan cerrar con dos propuestas políticas:

(a) que cada persona con corazón apoye a los Naso con todos los medios legítimos que tenga a su alcance. A la vez,

(b) hay repudiar a los politiqueros que se empotran en el poder tales como los actuales candidatos presidenciales: son la lepra del país. Juan Jované ha dado claras muestras de que tiene la inteligencia, el coraje y el buen corazón para ayudar a todos los panameños. Le apoya el Partido Alternativa Popular, al cual se le niega el derecho a existir; con ellos hay que coordinar junto a los Congresos Generales Indígenas.

Si hoy erradican a los Naso, mañana erradicarán a las demás etnias que no tengan piel blanca. Ya llevan más de 500 años haciéndolo y –como indican los arqueólogos, a otras etnias del país ya las borraron del mapa. Campesinos pobres, indígenas y negros se entienden muy bien: bailan en los mismos toldos! Los ricos son los que lo están estropeando todo, desde la convivencia pacífica entre etnias hasta las selvas, los ríos y los arrecifes de coral.

Los lectores tienen mi autorización para compartir este texto con todas las personas que lo consideren apropiado.

Edgardo I. Garrido-Pérez
Dos veces Doctor en Ecología
Trabaja en la Universidad de Goettingen Alemania
edgardoga@hotmail.com